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La relación entre inestabilidad laboral y obesidad: un desafío para la salud

En la lucha por un empleo digno, el reconocimiento de las condiciones laborales se ha convertido en un tema crucial. La precariedad en el ámbito laboral se ha vuelto más común que encontrar un unicornio en el jardín, y sus efectos van más allá de la falta de seguridad económica. A continuación, exploraremos por qué los trabajos precarios pueden aumentar el riesgo de obesidad y cómo esto se relaciona con la salud física y mental.

Los componentes de un buen trabajo

Según la literatura científica, un trabajo de calidad debe ofrecer una serie de elementos esenciales: seguridad laboral, ingresos adecuados, un ambiente seguro con procedimientos de trabajo claros, derechos para los trabajadores y un entorno que promueva la salud mental. Si tu trabajo no cumple con ninguno de estos criterios, es posible que te encuentres en la categoría de empleo precario.

En España, el Employment Precariousness Scale (EPRES) evalúa la precariedad laboral, considerando factores como la temporalidad, bajos salarios, pérdida de derechos laborales, falta de representación sindical y vulnerabilidad ante el trato injusto. Si estos términos te resultan familiares, es probable que estés familiarizado con la precariedad laboral.

La relación entre precariedad y obesidad

La obesidad no se reduce a decisiones personales. Factores sociales, como el lugar de residencia, los ingresos y el tipo de trabajo, influyen en las elecciones alimentarias de las personas.

Investigaciones previas han demostrado que los trabajadores en empleos precarios tienen un mayor índice de masa corporal (IMC), un indicador de sobrepeso y obesidad.

Un nuevo estudio publicado en Obesity confirma esta relación y aporta un enfoque novedoso. En lugar de analizar datos en un momento específico, este estudio rastrea cambios en las condiciones laborales a lo largo del tiempo y su relación con cambios en el IMC.

Se ha descubierto que aspectos de trabajos precarios, como bajos salarios, turnos inestables y jornadas extenuantes, están vinculados a un mayor peso corporal.

Las razones detrás de la relación

Varias razones explican por qué la precariedad laboral puede contribuir al aumento de peso. El estrés, por ejemplo, aumenta la secreción de cortisol, una hormona que afecta el apetito y promueve la acumulación de grasa visceral, asociada a problemas de salud.

Además, la inestabilidad laboral a menudo se traduce en elecciones alimentarias menos saludables, influenciadas por los ingresos disponibles. La presión laboral tampoco favorece la adopción de hábitos alimenticios equilibrados, especialmente cuando el trabajo mismo puede ser un entorno poco propicio para ello.

Este tipo de trabajos también aumenta el riesgo de exposición a condiciones laborales perjudiciales para la salud física y mental, como cargas de trabajo excesivas y aislamiento. Además, la falta de control sobre el futuro profesional y la incertidumbre constante pueden causar estrés, ansiedad y depresión, afectando negativamente la salud mental.

Las consecuencias sociales y materiales de la precariedad

La precariedad laboral no solo impacta la salud, sino también la calidad de vida. Las dificultades económicas, la falta de tiempo para llevar un estilo de vida saludable y las condiciones de vida precarias son solo algunas de las consecuencias que enfrentan los trabajadores en empleos inestables.

Es importante destacar que la vulnerabilidad ante la precariedad no afecta a todos por igual. Los grupos más vulnerables enfrentan un mayor riesgo de problemas de salud, incluida la obesidad. Este hallazgo se refleja no solo en el estudio de Obesity sino también en investigaciones europeas relacionadas con el empleo precario y la salud.

La precariedad laboral tiende a perdurar a lo largo de la vida y dificulta la ascensión profesional. Esto contradice la creencia de que la meritocracia ofrece oportunidades iguales para todos.

Los trabajos precarios pueden ser perjudiciales tanto para la salud física como mental, aumentando el riesgo de obesidad y otras enfermedades. No debemos simplificar los problemas sociales ni culpar a las personas por problemas de salud pública, ya que esto solo perpetúa un sistema injusto. La lucha por empleos estables y condiciones laborales justas sigue siendo una prioridad en nuestra sociedad actual.

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