A principios de verano, la idea de celebrar un Campeonato Europeo de Sexo en Suecia despertó curiosidad. Aunque no llegó a realizarse, la propuesta avivó el eterno debate sobre la influencia del sexo en el rendimiento deportivo.
La actividad sexual implica un gasto calórico equivalente a 4-6 MET y puede alcanzar frecuencias cardiacas de hasta 170 latidos por minuto. Por tanto, no se puede negar que existe cierta relación entre actividad física y salud sexual.
Grandes figuras, como Muhammad Ali, evitaban el sexo semanas antes de un combate. Películas icónicas, como Rocky, nos muestran entrenadores que creen en la debilidad post-sexual.
Sin embargo, estrellas como Ronaldinho no encuentran relación entre su vida íntima y su desempeño en el campo. Incluso, según una encuesta de Brooks Running, muchos corredores sienten que su rendimiento mejora tras una experiencia sexual.
Creencias antiguas y lo que dice la ciencia

En tiempos de Grecia y Roma, se creía que la abstinencia conservaba la testosterona y la energía. Aunque hay quienes defienden que el sexo puede reducir la ansiedad pre-competitiva, tradicionalmente, se pensaba que gastar energía de esta manera era perjudicial para la competencia.
¿Qué nos dice la investigación al respecto? Si bien ciertos estudios sugieren cambios fisiológicos tras el acto sexual, no hay conclusiones definitivas sobre cómo estos cambios impactan en la actividad deportiva.
En general, el sexo no parece afectar la fuerza o resistencia aeróbica, pero sí es relevante el tiempo entre la actividad íntima y la competición. Menos de 2 horas podría ser perjudicial, mientras que mantener un margen de 10 horas podría ser beneficioso. Además, sumar alcohol o tabaco al mix podría ser desfavorable.
La hipótesis de la U invertida sugiere que un cierto grado de alerta es necesario para competir. Algunos deportistas encuentran ese equilibrio tras una experiencia íntima, mientras que otros prefieren una noche de buen descanso. Como bien dijo Pelé: cada deportista tiene sus propias preferencias.
Los atletas, en su mayoría jóvenes y activos, suelen tener más encuentros sexuales que el resto. En eventos como las Olimpiadas, la entrega de preservativos se ha vuelto una costumbre. Pero más allá del acto en sí, lo esencial es mantener rutinas y asegurar un descanso adecuado antes de competir.
Como resumía Pelé, el sexo no es el problema. Las actividades previas y la alteración de rutinas pueden serlo. Así que, al final, la respuesta depende de cada individuo y de cómo maneje sus propias rutinas y hábitos.