El café ralentiza el envejecimiento. Esta afirmación, que podría parecer sacada de un cuento, es el resultado de recientes investigaciones científicas. En España, el 63% de las personas mayores de 15 años confiesa que toma, al menos, una taza de café diariamente.
Esta bebida, además de ser el aliado perfecto para empezar el día con energía, ha sido objeto de numerosos estudios científicos debido a su popularidad. Y es que, más allá de su sabor y aroma, el café esconde secretos que benefician nuestra salud, como el reciente descubrimiento de que el café ralentiza el envejecimiento.
Harmol: el compuesto milagroso

El protagonista de esta historia es el harmol, un compuesto presente en los granos de café. Este elemento pertenece a la familia de las betacarbolinas, moléculas que mejoran la función del músculo esquelético y diversos parámetros metabólicos.
Gracias al estudio del Instituto Imdea Alimentación, se ha determinado que el harmol tiene un impacto positivo en la mejora de la movilidad y en la regulación de la glucosa, la sensibilidad a la insulina y la acumulación de lípidos hepáticos en ciertos invertebrados.
El proceso de envejecimiento está estrechamente relacionado con las mitocondrias, encargadas de producir energía en nuestras células. Una disfunción mitocondrial puede llevar al deterioro funcional y a la pérdida de masa y potencia muscular.
El harmol actúa generando un colapso energético que mejora la función de las mitocondrias, y como resultado, el café ralentiza el envejecimiento.
Beneficios más allá del envejecimiento
El harmol no solo se encuentra en el café, sino también en cereales, carne y pescado. Además de sus propiedades antienvejecimiento, el café ofrece otros beneficios:
- Mejora el rendimiento y la concentración.
- Es rico en antioxidantes con efecto antiinflamatorio.
- Reduce el riesgo de enfermedades neurodegenerativas.
- Previene enfermedades cardiovasculares.
- Favorece la pérdida de peso.
No obstante, es esencial recordar que, como con todo, el consumo excesivo puede ser perjudicial. La OMS recomienda no superar los 400 miligramos de cafeína al día, equivalente a tres o cuatro tazas de café.